El hijo, Susana March
¿Quién eras antes, dime?
¿Un ángel?
¿Un príncipe azul?
¿Tal vez un pez?
¿O un pájaro?
¿o un álamo esbelto?
¿Quién eras?
¿Un claro arroyo?
¿El capullo de un jardín?
¿Un pedacito del viento?
¿Quién eras antes, dime?
¿Por qué diste a mi vida tanto deslumbramiento?
Me basta con tocarte para que se me apacigüe el pensamiento y me basta con verte para sentirme a gusto con mi cuerpo.
¿Quién eras, dime?
¡Oh mago de mi ser descontento!
Con tu varita mágica me vas cambiando los sueños me vas cambiando la vida...
¡Yo no me quejo!
2 comentarios:
Sin palabras Álvaro...gracias.
Aún con tanto dolor en el alma, no creo que ninguno de nosotros nos quejemos por haber vivido esta experiencia maravillosa de ser papás de hijos que ya no están.
Aún cuando he llorado tanto la partida de Raquel y la extraño hasta la médula, no me quejo porque su amor me cambió para siempre.
Muy bello el poema Álvaro.
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