“No todo termina cuando se va un hijo, más bien, muchas cosas comienzan”
Esa es la tarea; descubrir qué es lo que comienza en la vida después que se va un hijo, qué es lo que comienza que valga la pena, qué es lo que comienza que tenga el mismo valor que ese hijo que se fue, ese es el desafío para todos nosotros.
¡Cuánto tenemos todavía para vivir! ¡cuánto! cuánto valor hay todavía en la vida! ¡cuánto para hacer, para dignificar y para proteger la vida, comencemos a hacerlo ya, si no lo hemos hecho antes, y si ya lo hicimos, sigamos haciéndolo, no nos quedemos cortos, porque nuestros hijos, los que están, los que no están, los que nos rodean, todo, la vida merece nuestro mejor esfuerzo siempre y por toda la vida.
Yo elijo lo que voy a hacer con mi vida, yo elijo como voy a llevar mi dolor, si lo voy a llevar buscando moneditas por el suelo o lo voy a llevar con dignidad porque así se lo merece mi hijo, porque así se lo merecen los hijos que me quedan.
Hubo sí un momento en que se rompió mi conexión con el mundo, se rompió mi conexión con el otro. Cuando parte un hijo, de repente, uno se encuentra aislado, solo con su dolor, solo consigo mismo, todo cambió; se rompió el puente que me unía al mundo y a los demás.
Entonces tengo que volver a construir ese puente que me va a llevar otra vez a relacionarme con el mundo, con los demás.
Se construye ese puente cuando me acerco al otro, cuando renuncio a algo que es propio de mi yo, cuando renuncio a lo que yo siento, cuando renuncio a como estoy, por los demás.
Cuando renuncio a mi yo, por algo que no soy yo, estoy renunciando a algo menos elevado, por algo más elevado y lo hago por aquellos que me necesitan y en última instancia lo hago por ese hijo que me está mirando y me está diciendo “¿eso es todo lo que puedo esperar de ustedes?”
La tristeza viene sola, la podemos cultivar como una manera de ser en el mundo, el vivir a medias, también podemos vivir así toda la vida, pero ¿Queremos, realmente, vivir así?
¿Eso es todo lo que mi hijo espera de mí? No, ninguno de nuestros hijos esperaría de nosotros la línea del menor esfuerzo.
Yo quiero renunciar a esa manera de vivir, por una mejor manera y lo hago por todos, lo hago por ellos, lo hago por los que me rodean, por nosotros mismos y lo hacemos cada día de nuestra vida por todos.
Cuanto más pronto yo considere qué piensa y siente el otro, mejor me voy a sentir yo. No me voy a sentir bien por una varita mágica que me toque y me diga a partir de ahora ya todo va a estar bien, no, no es así, es el esfuerzo de ir construyendo, día a día, ese puente que me va a llevar, otra vez, a la vida plena, otra vez a considerar al otro en mi vida.
Es natural estar triste ¿verdad? Es natural llorar un poquito, extrañarlo, pero no esa desesperación, no ese desasosiego interior que no puedo estar ni conmigo mismo ni dentro de mi mismo, siendo un extranjero o una extranjera dentro de mi propio cuerpo, eso es lo que no puede ser.
Hay que elevarse como dice Víctor Frankl, en “las alas indómitas del espíritu”, elevarse por encima de lo que nos está pasando, por amor a ese ser tan amado y a los que quedan.
A veces alguien piensa que ya no puede hacer nada por ese hijo que partió ¡cómo que no vas a poder hacer nada por él!
Puedes renunciar a tu dolor desesperado por él o ella, puedes renunciar a sentir esa pena prolongada y hacer el esfuerzo, porque ellos merecen nuestro mejor esfuerzo, y siempre va a ser nuestra la responsabilidad de cómo vamos a vivir cada día de nuestra vida.
¿Qué vamos a hacer con esto que nos pasó? porque una cosa es lo que nos pasó y otra muy diferente es lo que hacemos con esto que nos pasó.
Estamos en Renacer no solamente porque hayamos perdido un hijo, estamos en Renacer porque queremos aprender a vivir de una manera que incluya amorosamente a nuestros hijos, que recupere el recuerdo amoroso de nuestros hijos sin lágrimas, que podamos hablar de ellos sin lágrimas, para que cuando nos toque partir no nos haya quedado nada sin hacer, no nos haya quedado amor por dar.”
Alicia Schneider Berti- Gustavo Berti - gyaberti@calamuchitanet.com.ar
Este es un aporte a la difusión del pensamiento de Renacer, a través de la palabra de los creadores de los Grupos Renacer, Alicia y Gustavo Berti. Mayo de 2009.
Ulises, Ana y Enrique
De Renacer Congreso – Montevideo Uruguay, “Por la Esencia de Renacer”
No hay comentarios:
Publicar un comentario