Como todo sábado por la mañana, hoy me dispuse con los apuntes de la semana a invitar a la musa y compartir, con ustedes, mi familia, como me fue en la semana. Luego de unos 15 minutos de garabatos y tachones le pedi a Connie que leyera lo escrito y fue tajante en su opinión: ya mucho esperanza y demás, sé que ese es tu sello, eso es muy Cris, pero escribe de algo más, te reto Cristian Álvarez a que escribas tu solo, sin RENACER, sin trabajo, sólo de tu tristeza.
Después de darle vueltas al asunto, llegué a una conclusión. La pregunta que me llevo a ella fue: ¿Me estoy escondiendo en un espejismo para no sufrir, me convertí en un autómata y simplemente pongo en stand by el dolor que me produce la muerte de Julián? Para responder a esto tuve que ir atrás y hacer un inventario de todo lo que tengo y no. Si, tal vez, a veces me escucho y todo va bien, a veces se piensa que estoy en negación que lucho por evitar la verdad…
Insisto, soy como los patos cuando nadan, en la superficie se ven en calma, pero debajo del agua sus patas se mueven con fuerza, y no se dejan de mover… ese es mi dolor, mi furia, mis repetidas lágrimas cada vez que paso al frente del Hospital de Niños, cinco veces a la semana, mi ritual de recuerdo húmedo cada mañana en mi cubículo, lo que escucha Morfeo cuando habló con mi almohada, el retrato cruel del día que murió, su carita pálida e inexpresiva y aquella certeza en el corazón de que ya más nada se podía hacer, ese es mi dolor y vivo con él, es compañero fiel, pero siempre le doy libre cuando el río turbulento me lleva otra vez a la orilla.
De a poquitos voy recuperando las cosas que me ayudan a seguir, pero no pretendo, ni por un solo momento darle la espalda a esa realidad que es mía, soy un padre cuyo hijo murió, y duele y dolerá, no hay nada es este mundo que me lo devuelva…nada. Contradictoramente si tengo opción, la de invitar el dolor las horas que quiera, cuando quiera; y si, cada vez que lo necesite, pero no hacerme amigo de el, es mi compañero de trabajo, el tiene su jornada y yo la mía, pero yo soy el jefe, y siempre escogeré entre lo bueno y lo malo, lo bueno, aún cuando se poquito.
No crean que por estar de buen humor significa que no estoy consciente de mi realidad, pero es que soy y siempre seré así, para todo hay un momento e iré a ese rincón de mi alma, cada vez que la vida así me lo pida. Si me asignaron una misión en esta vida, fue esa, la de llevar sonrisa, la de apagar, al menos un poco, el dolor con una dosis de vibra.
Esto no es un descargo, un derecho de respuesta, es lo que soy, no es una justificación, pero si un recordatorio y para seguir con la necedad, aunque brinque Connie, les dejo está pieza de quien me enseñó que las letras son más peligrosas que las balas, que el intelecto y el alma siempre comulgan… I miss your heart.
P.D Co. You know I love you, and will always be there every time you need me
4 comentarios:
Estimado Cris tus catarsis escritas se me hacen tan interesantes desde mi punto de vista meramente espiritual.
Te leo con atención y veo en cada línea que has escrito sinceridad y alguien que lee su vivencia espiritual de forma transparente y clara, tomando sus opciones como tal cual sos y con ello honrando a Julián.
De tus líneas extraigo esta: “pero es que soy y siempre seré así”, y yo luego de ya casi seis años te puede decir que yo si cambie, y con las vivencias que me trae cada día cambio y como dice Rubén “Caminando, se aprende en la vida, caminando, se sabe lo que es.”
Saludos compañero.
Aquí ManSua
Y ese sí que sos vos. Igualito. Cris, como dicen los argentinos, Che sos grande!!! Y además, haces el mejor Fondue...
Me encanta tu espontaneidad al hablar y al escribir. Aunque a veces, como dice Mila, cantinfleas. Pero siempre te entendemos.
Lo que yo veo en esto que has escrito es algo que comparto. Porque no todos reaccionamos de la misma manera a la crisis existencial que se nos viene encima con la muerte de un hijo. Por eso es que tengo tanto lío con ese asunto del manejo del duelo.
Cada uno lleva su propio ritmo. En mi caso, al principio me molestaba que Ruth no llorara tanto como yo.
Lo que todavía no entiendo muy bien es eso de ser el jefe del dolor. Porque ese condenado, a veces se me mete en la casa cual ladrónzuelo y ratero inoportuno. Y no siempre lo saco a patadas de la casa.
Sigue caminando Cris!
Bendiciones!
A mí me pasa como Edward, de repente se cuela el dolor, sin avisar. Y creo que hay que platicar con él, en el tono que sintamos más natural, no darle la espalda, porque el momento de doler a nuestros chicos es ahora y no después (¿qué es después?). Un abrazo.
Como dice Ruben Blades, CAMINANDO, PA LANTE Y CON FE... Gracias Chiky sin palabras.
Un abrazo a todos
Publicar un comentario